Las tradiciones están impregnadas durante décadas, incluso siglos, en los vientres de sus respectivas familias y comunidades. A través de cada generación viene la suma, resta y modificación de capas y componentes. Con el paso de los años, sus historias se transforman y cambian para encajar dentro de los límites de su narración (una receta, un patrón, una canción), pero debajo de todo, el núcleo permanece protegido y sin cambios. Las tradiciones no son simplemente una conmemoración del pasado, sino una celebración y una guía para el futuro. Son la voz de los recuerdos, una validación de la identidad y los mejores narradores. Construyen comunidades y refuerzan nuestro lugar dentro de ellas. Recibir una tradición, recibir una historia, es un privilegio inmenso.

El momento presente es un equilibrio entre los mundos del acceso a la tradición y la prueba de su diseño para el futuro. El papel de un diseñador es actuar como conducto para las historias; sumar, restar y modificar sus capas y componentes para que sean legibles para los oyentes adecuados. El acto de limpiar un pescado es el momento entre mundos, entre tradición y futuro, y el papel de estas obras es traducirlo para la próxima generación. Es un recuento de la memoria, una activación de una historia y una carta de amor a la tierra.