El arte está tejido en todos los aspectos de la vida de Avril: desde sus primeros días pinchándose los dedos mientras su siempre paciente madre le enseñaba a coser, hasta ahora pasando los días de nieve enseñándole a su propia hija el ritmo de la rueca. Avril pasa largos días de verano buscando colores naturales para usarlos como tinte. Ha criado conejos y bueyes almizcleros en Alaska por sus finas fibras para hilar y ha tejido más suéteres de los que puede contar. Últimamente, le ha fascinado el tejido, y el rítmico “arriba, abajo, encima, debajo” se ha convertido en un mantra de calma en tiempos difíciles. Cuando no está enseñando ciencias ambientales en la escuela secundaria, generalmente se la puede encontrar creando.